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Gratitud no es lo mismo que dar las gracias

Foto del escritor: Footie GroupFootie Group

Actualizado: 15 abr 2020



Desde pequeños nos han enseñado que siempre debemos dar las gracias por los pequeños favores o gestos que las demás personas tienen con nosotros. Aprender este simple acto, no solamente nos permite convivir en sociedad, sino que además nos lleva a valorar y tratar con amabilidad a las personas que nos rodean.


Sin embargo, aunque esto es muy importante para desarrollar empatía y respeto con los demás, la gratitud va mucho más allá de eso.


Es esa sensación que experimentamos cuando nos enfocamos en todo lo bueno que tenemos en la vida, por pequeño o grande que esto sea. Es llevar la atención a todo lo que damos por sentado como tener una familia, amigos, un techo donde vivir, comida e incluso la posibilidad de pararnos todos los días de la cama para caminar y sentir el suelo, el aire, la lluvia o el sol. La gratitud, por tanto, nos permite sentirnos más satisfechos con la vida, y por ende más felices.


Existen estudios que demuestran que expresar gratitud cambia la estructura molecular del cerebro, mantiene la materia gris funcionando, fortalece nuestro sistema inmunológico y mejora el optimismo y la resiliencia, haciéndonos más saludables, felices y pacíficos (Centro de Investigación de Conciencia de la Atención Integral de la UCLA).


Desafortunadamente, no siempre es fácil sentir gratitud. Hay días en los que sencillamente amanecemos con un lente negativo de las cosas, o simplemente hay momentos en la vida en los que las adversidades nos encuentran para hacernos desfallecer. Sin embargo, es ahí cuando debemos revaluar aún más nuestra visión de la vida. Es justo en ese momento cuando más debemos aferrarnos a todo lo bueno que sí tenemos y evitar enfocarnos en lo que nos hace falta.


La gratitud entonces es también una habilidad que se puede entrenar diariamente y que así mismo podemos enseñar a nuestros hijos. Algo tan sencillo como empezar a tener conciencia de las cosas buenas que nos ocurren día a día, una persona que nos hizo reír o una ayuda que recibimos, o simplemente la posibilidad de ver el cielo azul, permite desarrollar un hábito de gratitud en nuestra vida que con el tiempo se generará de forma espontánea.


Con tus hijos, procura recordarles siempre todo lo que tienen. Igualmente, enséñales a ser más compasivos con las personas que más lo necesitan. Sé más alegre y menos quejetas. Por las noches, antes de ir a la cama puedes preguntarles sobre las cosas lindas que vivieron hoy o que les hizo sentirse felices.


Lleva a tu hijo a ser más agradecido, recuerda que el ejemplo siempre es el mejor maestro. Porque al final del día, y a pesar de la situación por la que todos estamos pasando, por muy pequeña que sea tu ventana siempre habrá un lugar por donde ver el sol.



Escrito por Viviana Lizcano


Referencias:




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